UN CASTILLO DE MISERICORDIA

Una mañana, mientras leía el Salmo 144, mis ojos quedaron anclados a una frase específica. Intenté seguir leyendo, pero fue imposible. Mi mente aún trataba de entender lo que recién había leído. ¿Cómo? ¿Un qué? ¿Un castillo de misericordia? Pensé que quizá había leído mal, así que volví a repasarlo. No era un error, el Salmo en realidad decía eso. Disponía de poco tiempo así que tuve que poner el texto a un lado y salir a trabajar. Sin embargo, no pude dejar de pensar en lo que había leído.

El hecho de que el Salmo describiera a Dios como un "castillo de misericordia" me tuvo atónita por varios días. Por alguna razón vino a mi mente la imagen de la famosa fábrica de chocolates de Willy Wonka, donde todo era hecho de confites y chocolates. Recordé también la vez que visité el Palacio de Cristal de Petrópolis, donde toda la estructura era de metal y cristal. Continué tratando de imaginar qué cosas abundan dentro de un castillo de misericordia ¡Además de misericordia, por supuesto!

La palabra misericordia viene del latín miser (miseria, necesidad, desdicha) y cor, cordis (corazón). Se refiere a la capacidad de sentir la desdicha de los demás y la capacidad de Dios de perdonar nuestras faltas. Lo contrario a la misericordia es la crueldad, la impiedad y a indiferencia.

Decidí ahondar en el tema y busqué el Salmo 144 en distintas versiones. Una vez más quedé impresionada con la forma tan tierna en que el salmista nos revela el carácter del Señor:

“Él es mi amigo fiel, mi lugar de protección". "Mi más alto escondite". "Mi libertador". "Él es mi escudo, y con él me protejo.” Salmo 144:2 (DHH94PC)

"Tú eres mi castillo de misericordia, mi fortaleza". "Mi libertador". "Eres mi escudo, y en ti me refugio". Salmo 144:2 (RVC).

“Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza". "Mi torre de seguridad y quien me rescata". "Es mi escudo, y en él me refugio". Salmo 144:2 (NTV).

Pareciera como si el Señor se esforzara en hacernos entender que Él es un lugar seguro, y que podemos bajar la guardia y correr a Él sin temor.

Es como si Dios nos dijera:

Hijo, yo puedo sentir tu dolor, yo estoy hecho de misericordia,

yo no soy indiferente, yo te entiendo y soy un refugio seguro para ti.

¿Tienes miedo? Yo soy tu más alto escondite.

¿No sabes a dónde ir? Yo soy tu lugar de protección.

¿Te sientes oprimido? Yo soy tu libertador.

¿Sientes que hay una guerra contra ti? Yo soy tu escudo y tu protector.

¿Te sientes solo? Yo soy tu amigo fiel.

¿Tus enemigos te rodean? Yo soy tu aliado amoroso.

¿Te sientes débil? Yo soy tu fortaleza.

¿Caíste preso de tus propios errores? Yo te rescato.

¿Te sientes incomprendido? Yo soy tu castillo de misericordia. Ven a mí.

© Astrid Gale

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