LA SEMILLA ESTÁ EN TUS MANOS
- astrid724
- 19 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 oct 2024
Hace unos meses regresé a mi país por unos días. Mi hermano, quién ahora vive en mi antiguo departamento, me hospedó durante mi estadía. Me ubicó justo en el mismo dormitorio donde yo hospedaba a mi madre cuando pasaba temporadas conmigo. Fue una experiencia muy interesante y por unos días sentí como si estuviese en sus zapatos. Me alegré de haberle ofrecido a ella una habitación cómoda y bonita.
Puede que parezca algo trivial, pero esa experiencia me hizo reflexionar sobre el principio de la siembra y la cosecha. Estar allí esos días trajo a mi mente una historia que leí hace años en el conocido devocional La Buena Semilla. Se trata de un hombre que fue a dejar a su padre a un hogar de ancianos. Al estacionar su auto frente al edificio su padre rompió en llanto. El hijo trató de consolarlo, a lo que el anciano respondió: “Hijo, no lloro a causa de ti, sino por mí mismo. Hace muchos años yo también traje a mi padre a este mismo hogar de ancianos”.
El principio de la siembra y la cosecha ocurre cada día. Lo vemos a diario y, al mismo tiempo, no lo vemos. Los días se nos pasan llenos de afán y trabajo y a veces no notamos todas las semillas que esparcimos a nuestro alrededor.
El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 2 Corintios 9:6-12 NVI
Jesús nos ha dejado muy claro que el reino de los cielos es como una semilla. De hecho, nos dio tres distintas parábolas relacionadas con semillas: la del sembrador, la del trigo y la cizaña, y la de la semilla de mostaza.
La comparación del reino de Dios con una semilla es más profunda de lo que parece. El sistema natural de las semillas no se puede manipular. Si fuera un sistema humano se podría hacer trampa, como copiar en un examen, o que te pongan de primero en la fila pagando un dinero. Sin embargo, en un sistema natural esto no funciona. Si no se siembra, no se cosecha. Además, tienes que sembrar en la temporada correcta. Por último, requiere paciencia, pues la semilla va a germinar y crecer en su tiempo, no en el nuestro.
En su gran amor por nosotros Dios hace lo posible para que comprendamos este principio. Él quiere que tengamos una buena cosecha y por eso nos habla con ejemplos sencillos de forma que todos entendamos. Quizá inconscientemente evadimos la idea de pensar que la ley de la siembra y la cosecha sea tan real como parece. Aun así, la Palabra es tan clara que no nos deja lugar a dudas:
No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. Gálatas 6:7-10 NVI
¿Significa esto que no hay esperanza si nuestra siembra no ha sido buena? No. El Señor nunca nos deja sin esperanza. La Biblia está llena de historias de segundas oportunidades. Es posible que nos toque experimentar las consecuencias de algunas de nuestras acciones; sin embargo, sí hay esperanza.
Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad. Lamentaciones 3:22-23 TLA
Hoy estamos estrenando misericordia. Hoy se renuevan su amor y su fidelidad. Hoy podemos plantar nuevas semillas. Hoy es el día de sembrar. No podemos vivir viendo hacia atrás y pensar en lo que ya se sembró. Más bien aprovechemos la misericordia de Dios y contémosle nuestras faltas y Él, quién es “ fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9), nos dará otra oportunidad.
El famoso teólogo inglés del siglo 18, John Wesley, lo resumió de esta manera:
"Haz todo el bien que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, todas las veces que puedas, a toda la gente que puedas, y durante todo el tiempo que puedas”.
El tiempo transcurre rápido. Se acerca la cosecha. Ya se vislumbra nuestro hogar eterno.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos. Gálatas 6:9-10 RV
© Astrid Gale
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