EL HÉROE ANÓNIMO
- astrid724
- 21 jul 2024
- 3 Min. de lectura
El año pasado, el departamento donde trabaja mi esposo tomó la iniciativa de otorgar galardones a sus empleados en distintas categorías: el mejor gerente, el ingeniero más innovador, etc. Mi esposo recibió un galardón muy particular: “premio al héroe anónimo”. El premio fue un agradecimiento por el apoyo constante que mi esposo brinda a sus colegas y el tiempo que invierte en ayudarles a cumplir sus metas. Todo esto sin hacer alarde de ello. Por demás está decir que me sentí sumamente orgullosa de él. También me sentí complacida de ver que sus jefes valoran sus cualidades personales y no solo su rendimiento.
Ese premio me hizo pensar en otra persona a quién también considero un “héroe anónimo”. Se trata de una de las tías de mi esposo. Este fin de semana, sus tías viajaron de distintas partes del país para pasar un tiempo juntas. Lo hacen cada año. Mientras tomaban el cafecito de la tarde, se dio un tiempo espontáneo donde cada una empezó recordar el legado de sus padres y lo mucho que ellos les enseñaron en cuanto a la vida y la fe. Hablaron además sobre su deseo de dejar ellas también una huella duradera en la vida de sus hijos.
La historia que más me conmovió fue la de la tía Sandra. Ella humildemente pidió la palabra y sacando unas hojas amarillentas y arrugadas de su cuaderno le contó a grupo sobre su rutina de oración. Cada día, al clarear la mañana, aparta un tiempo prologado para conversar con Dios. Durante ese tiempo conversa con él, le canta y luego lee en voz alta lo que tiene anotado en esas hojas. Se trata de una oración personalizada por cada uno de sus hijos y de sus nietos; con promesas y bendiciones específicas para cada uno. En esas hojas ella tomó algunos versículos bíblicos y los personalizó con el nombre de sus hijos y nietos. Sin falta, cada mañana, esta preciosa mujer se levanta como una guerrera y declara bendiciones específicas sobre su familia. Quizá sus nietos no se den cuenta de que su bienestar está relacionado con las oraciones diarias de su abuela, sin embargo, lo está. Para mí, ella también es un “héroe anónimo”.
La oración tiene tanto poder que quizá hasta que lleguemos al cielo sea cuando descubramos la incalculable y transformadora influencia que tuvo sobre nuestras vidas. Sin embargo, Dios nos invita a orar aquí y ahora. De hecho, nos dice que debemos: “Orar sin cesar”. 1 Tesalonicenses 5:17 RV
También nos dice muchas otras cosas sobre la oración:
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.Mateo 7:7
Clama a mí, y yo te responderé.
Jeremías 33:3 RV
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
Mateo 21:22 RV
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:15 RV
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
1 Juan 5:14 RV
¿Qué tal si decidimos tomarle la palabra a Dios y creer sin dudar en nuestro corazón que cada vez que oramos Él nos oye y que nuestras oraciones nunca serán en vano?
Te invito a que tú y yo seamos “héroes anónimos” y, sin hacer alarde alguno, cerremos la puerta de nuestro cuarto y dediquemos tiempo para bendecir a nuestra familia, nuestro país y a todo aquel que venga a nuestra mente. Estoy convencida de que la oración de miles de “héroes anónimos” impactará a este nuestro mundo tan necesitado de esperanza.
Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio. Mateo 6:6 DHH
Señor, gracias por escuchar mis oraciones. Orar no es otra cosa más que conversar contigo. Quiero acercarme a ti más y más cada día. Gracias por ese lugar seguro en tu presencia donde puedo hablarte de mis problemas y pedir por aquellos que amo. Gracias por las inconmovibles promesas que me das de que no solamente oyes mi oración, sino que me respondes. Te amo Señor.
© Astrid Gale
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Es muy estimulante saber que puedo ser un héroe anónimo y hacer la diferencia porque para Dios mi oración no pasa inadvertida