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DAME ALGUIEN

Recientemente descubrí una oración que me ha impresionado en gran manera. Sencilla pero sumamente profunda. Al investigar sobre su origen, encontré un artículo que hablaba acerca de un hombre de fe que se encontraba profundamente deprimido por haber defraudado a su familia. Al pasar los meses y verlo cada día más aislado y decaído, su esposa, quién había leído recientemente esta oración, decidió confrontarlo. Como último recurso ella le pidió que volviera a dar sus charlas habituales a la comunidad y que saliera a servir a los demás. Según cuentan, ese fue el comienzo de su restauración física y espiritual.

La oración se titula "Dame alguien":

“Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;

Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;

Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.

Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;

Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;

Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.

Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;

Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;

Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.

Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;

Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;

Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;

Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día,

también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo."

Ayudar a otros, mientras nosotros mismos estamos sufriendo, suena contradictorio. Sin embargo, parece ser un bálsamo secreto que sana nuestras heridas. Quizá Dios lo planeó así para ayudarnos en el proceso de amarnos los unos a los otros.

Me permito presentarles esta ilustración: Un hombre tuvo un sueño sobre el cielo y el infierno. En el sueño, veía una gran mesa rectangular con toda clase de manjares deliciosos. Veía la misma mesa tanto en el cielo como en el infierno. Alrededor de la mesa los invitados tenían en sus manos unos tenedores gigantes. Sin embargo, ambas escenas eran muy distintas. La diferencia radicaba en que, en el cielo, las personas se veían radiantes y saludables; mientras que, en el infierno, se veían desnutridas y a punto de morir. De pronto, una voz le explicó lo que sucedía. En el cielo, las personas usaban los tenedores gigantes para alimentar a sus compañeros; mientras que, en el infierno, las personas se concentraban solo en alimentarse a sí mismas, lo cual era imposible con los tenedores gigantes.

Es solo una ilustración, pero nos reitera que la clave es desenfocarse de uno mismo.

No lo dejemos para mañana, empecemos hoy a servir y animar a quién esté a nuestro lado. Si sientes que no encuentras a nadie, pídele a Dios tal como lo dice esta oración, sin lugar a dudas Él te enviará ese "alguien".

"Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros,

Dios permanece entre nosotros".

1 Juan 4:12



© Astrid Gale



 
 
 

5 comentarios


Invitado
30 jun 2023

Gracias, nos recuerda los débiles q somos ante la grandeza de nuestro Dios. El enfoque es en El y El hará q podamos compartirlo con otros. Danos oh Señor oportunidades diarias, para verte a Ti a través del servicio a los demas

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Invitado
30 jun 2023

Gracias Astrid por compartir lo de la importancia de pensar más en lo demás que en uno mismo. La oración “Dame alguien “ es preciosa como la de San Francisco de Asisi 😃

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Invitado
03 ago 2023
Contestando a

Gracias a ti. Esta oración de verdad ha dejado una huella en mí. Agradezco tu comentario.

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Invitado
30 jun 2023

Astrid hermosa reflexión!! Mil bendiciones

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Invitado
03 ago 2023
Contestando a

Muchísimas gracias!!!!!

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